lunes, 26 de septiembre de 2016

El paso que lleva al viaje de mil millas


Cuando tuve el boleto de avión en mano, fue cuando por fin comprendí que ningún sueño es demasiado grande o demasiado pequeño como para cumplirse. La mayoría, tiene la aspiración de conseguir un auto al entrar a la universidad y obtener un empleo bien pagado, lo cual no está para nada mal, aunque yo sólo deseaba salir y ver la densidad de las nubes tras el cristal de la ventana del avión, sin importar el destino o las situaciones diferentes que me tocaran vivir.
No creí que iba a vivir durante un año fuera de México hasta que tuve el boleto de avión, algo que me hizo soltar algunas lágrimas de felicidad, y más porque había esperado esto durante tanto tiempo. Lo había anhelado.
Salir de intercambio era como una de esas metas que escribes cuando estás en la secundaria, que cuando en la preparatoria te preguntan sobre plan de vida lo incluyes, y en la universidad, es el plan en el que quieres concentrarte antes de pensar en prácticas, servicio social, tesis y empleo.
Esa era mi prioridad. Lo fue.
Y citando a Lao Tze, ese ha sido el primer paso de un viaje de mil millas que estoy dispuesta a recorrer constantemente porque estaba ansiosa por vivir algo así, y al final valió tanto la pena (lo valió todo) que estoy pensando seriamente en cómo volver.
Con un paso a la vez, al llegar al aeropuerto de Incheon, aún seguía sin creerlo. Creo que era demasiado surrealista para mí, y aunque pude haber tenido el famoso choque cultural, había estado siempre a la expectativa de algo como esto que pareció no afectarme, y si lo hizo… realmente no me di cuenta.
Con un par de pasos más, estaba en la estación de tren de Hyehwa, dispuesta a perderme sin saber a dónde ir, sin conocer a nadie y con la esperanza de encontrar la disquera de mi banda favorita solo para creer que podría verla por un segundo. Y aunque no ocurrió, al final, terminé por ver tres de sus presentaciones, por ser invitada de la estación de radio Arirang y por conocer a mi locutor favorito.
Al perder la cuenta de los pasos que di, aquellos que me llevaron a Hongdae de fiesta, a Gangnam por un café con mi amiga Ju Hee, a los karaokes para desestresarme, a Dongdaemun History and Culture Park para ver a Lunafly y a Yeouido a ver las flores de cerezo, comencé a hacer historia en un país distinto en el que coincidí con experiencias, amigos y hasta familia que echo de menos ahora mismo. Y esos… son pocos pasos que puedo recordar.
Unos pocos que me llevaron a lugares significativos.
Tal vez son cosas sencillas, pero el hecho de escribir sobre ellas hace que mi piel se erice y añore esos días en los que tal vez no puedo volver, pero que tal vez en un futuro no muy lejano, podré repetir esa ruta para encontrarme con eso que puedo llamar felicidad.
Las oportunidades aparecen en la vida, si eres afortunado y la dejas pasar por una vez, quizá… Sólo a veces, se vuelven a presentar. Pero es importante también saber aprovechar los momentos que se nos ofrecen.
Sólo sé que mi corazón encontró un lugar donde también puede ser llamado hogar, donde estoy tranquila y donde sé que volveré…

Sólo es cuestión de tiempo.

miércoles, 2 de marzo de 2016

Miedo en la colina / Fear on the hill

Dream team
Después del examen y de la preocupación innecesaria al pensar que no rompería ninguna de las tablas, llegó la calma y la inquietud de nuevos retos. ¿Nuevos retos? Suena como un libro de auto ayuda, fue lo primero que vino a la mente, no es que quiera bajarle el trabajo a Carlos Cuauhtémoc Sánchez. En realidad, vino la celebración en grupo, la comida, un poco de soju (¿no es así?) y momento de hablar sobre un viaje en grupo.

Expert level
Simplemente, la pregunta se elevó en el aire, un sencillo “¿Quieres ir a esquíar?”.Había escuchado a mis amigas sobre los planes de ir, sobre la nieve y los deportes de invierno, las ganas de algo diferente. Una parte de mi estaba tratando de decir que sí mientras que en mi parte coherente me indicó que probablemente rodaría un montón de veces, que terminaría con un montón de moretones o tal vez una pierna rota. Sí, no estoy acostumbrada a la nieve… pero exageré.
Iré si tú vas. Pequeña cita que puedo mencionar, algo que me hizo afirmar mis ganas de ir, digo, ¿por qué no?
Entonces, el día de Independencia de la República de Corea me encontré a mí misma tomando un autobús a las siete de la mañana para llegar y reunirme con mis amigos. Lo que puedo decir fue que el trayecto fue un poco entretenido, tal vez porque estaba somnolienta o porque la mayor parte del camino terminé escuchando una conversación en coreano, demonios, ¿no se supone que debo de escuchar eso? Tal vez es la primera vez que me puedo dar cuenta sobre la barrera de lenguaje y mis ganas de expresarme con claridad pero puedo conformarme con el uso limitado, pronto podré aprender un poco más de expresiones… 
Before dares... Selfie!
mientras tanto, escucharé atentamente a aquellas voces pacientes que intentan comunicarse conmigo. Recordé viajes familiares y sentí cierto dejo de añoranza, al mismo tiempo, me emocioné porque aunque era diferente, me daba esa sensación de calidez. Es un buen camino, ¿no es así? Y, entre conversaciones y canciones de pop coreano, llegamos finalmente a la primera parada.
Gangwon.
We wanted to fit as team. Same color, share spirit.
Gangwon está a una hora y media de Seúl, al norte del país, y conocido también por Seoraksan National Park.

La primer parada fue para la adquisición de equipo, es decir, ropa y material para deslizarse (sí, suena medio pomposo) sobre la nieve. Entre risas, comentarios, elegimos la ropa necesaria y lo que definiría nuestra diversión: snowboard o skii



Vivaldi Park es un complejo turístico en el que las colinas permiten disfrutar de la diversión congelada (no me quedé con las ganas, tenía que cantar “Do you want to build a snowman?”) donde las pistas se dividen por dificuldad, es decir, fácil, intermedio y avanzado pero con los nombres maravillosos de “Balada”, “Jazz” y “Techno”.
Y comenzó la aventura.

Lo primero, fue subir a la telesilla/ski lift, asiento para cuatro personas que te lleva a la cima para que entonces, puedas deslizarte. ¿Felicidad? ¿Adrenalina? El simple hecho de contemplar la suavidad de la nieve bajo mis pies, dejando de lado la momentánea y fugaz crisis de vértigo, me impresionó.
En las alturas
Lo siguiente, fue colocar la tabla, asegurarla y aprender a deslizar con suavidad, lo que probablemente le tomó a Amy (Eun Ho) un buen tiempo, lo suficiente para probar su paciencia.
El reto fue no torcer el cuerpo, aprender a mantenerse de pie en los talones, mantener el equilibrio, aprender a pararse sin morir en el intento y sobre todo, lo más importante, perder el miedo.
Creo que la peor limitación puede ser la que nos imponemos nosotros mismos, y el miedo debe de ser lo más terrible a lo que nos aferramos. No cuesta darte cuenta de ese hecho, más bien, es difícil aplicarlo con plenitud.
Tras varios intentos, caídas, sentonazos y moretones, compartí un momento increíble con las personas indicadas, y con el deseo latente de volver en algún momento, porque después de todo, ¿por qué no intentarlo otra vez?

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After the test and unnecesary worries about not breaking any piece of wood, calm arrived and the ambition of new challenges. New challenges? Sounds like a self-help book, but it’s what came to my mind instantly, and I am not interested of having the Carlos Cuauhtemoc Sánchez job’s anyway (mexican writer). The fact, it was time to celebrate in team, you know. Food, a cup of soju (isn’t it?) and time to plan a trip with our group.
Equipo
Simply, question cameo out, so light and in the air: “Do you want to go and skii?”
I’d heard my friends to speak about skiing, snow sports and the challenge of trying something different. One part of my thoughts was trying to say definetly “Yes” meanwhile my reasonable part was trying to warn me about the times that I would end up in the floor with injuries and maybe, a broken leg. Yes, I am not used to snow… but I over reacted.
Will go if you do. Little quote that I can write and something that made me feel confident to try and calm my curiosity. I mean… why not?
Then, the Independence day of South Korea, I found myself waiting for the bus at seven o’ clock in the morning to get there and meet my friends. 
I can tell that the way to Vivaldi Park was a little bit quiet for me, maybe because I was sleepy or just because most of the time I heard korean conversation, hell, is not supposed to be like that? Maybe it’s the first time that I realize about language bareer and my need (and personal wish) to express clearly what I think but by now, it’s good to know that at least, the basic stuff it’s kind ok. Meanwhile, I will listen carefuly to those kind and patient voices that also try to communicate with me.
Reminded all those family trips and felt melancholic, at the same time, excited about the fact that even though it’s quite different, I had the same warm feeling. It’s a great way to go, isn’t it? And between conversations, laughter and k-pop songs, we got finally to the first stop.
Gangwon.


It takes like one hour and a half to get there, it’s in the north of the country and also, well known because Seoraksan National Park is there.
We adquired the equipment, clothes and material to slide in snow. With laughts, comments and pictures, we chose the stuff we needed and we defined what we wanted to do: snowboard or skii.
Vivaldi Park is a turistic place in which the hills can make you feel the joy of the frozen fun (Yep… I couldn’t help but sing “Do you want to build a snowman?”) where the hills are divided by difficulty like easy, intermediate and advanced but with cool names like “Ballad”, “Jazz” and “Techno”.

 First, to get to the top, we had to use the ski lift. Happiness? Rush? Simple fact is that contemplating the softness of the snow under my feets and forgetting somehow that scary feeling of being in the air. I was amazed.

Next… Snowboard. Learn how to use it and how to move, which maybe took a great amount of time to Amy (Eun Ho) and was a little test for her and her patience.
I was dared to keep myself in balance (hard) and not to twist my body. To keep myself standing on my heels and try not to die while I was learning… But most important, overcome that fear.
The worst limitation that anyone can have is the one we feed, and fear must be the worst enemy and the one in which we rely on. It’s not hard to notice this fact but hard to apply it.

After trying, falling, hitting myself on the snow and bruises, I shared an incredible moment with the right people. Looking for coming back at anytime, because after all, why not trying one more time?
Yep... that's me. I didn't die nor broke a leg. 







domingo, 21 de febrero de 2016

Crónicas de un cinturón blanco

Hello. It's me. I was wondering if after all this time you'd like to read...




Siempre he creído que lo mejor que puede ocurrirte, es una serendipia. La serendipia es aquello bueno que encuentras en tu camino sin si quiera buscarlo, y que termina convirtiéndose en algo que te beneficia y marca el momento.

Recuerdo bien que la mía comenzó con un curso de orientación y un programa de negocios, lo único que sabía era que tendríamos un día lleno de actividades en las que conoceríamos más de cerca la cultura coreana.
Al venir a Seúl, hay cosas que definitivamente se deben de intentar antes de volver a poner un pie en el avión para regresar, es bueno darle una oportunidad a la historia de la Dinastía Joseon, la comida típica y también, aquellos pequeños pero grandes detalles que hacen que el país destaque aunque sin si quiera sabemos al respecto: el deporte.
Cuando pensamos en Asia, definitivamente vienen a nosotros una serie de estereotipos pero también, datos culturales, y como referencia, Artes Marciales.
Japón, Corea del Sur, Corea del Norte y China comparten una serie de conocimientos en cuanto a las artes marciales, haciendo propia sus técnicas y compartiéndolas al mundo, incluso siendo participe en los juegos olímpicos.
La primera vez que entré al Dojang (término usado en las artes marciales coreanas, tal y como es el Taekwondo, Kuk Sool Won y el Hapkido, se refiere a un salón formal para entrenar), no tenía mucha idea sobre lo que trata realmente. En realidad, era una clase de prueba para el curso de negocios y era un pequeño vistazo en este mundo. 

Ahora, cada tarde, al entrar al Dojang hay algo que transmite tranquilidad. Tal vez es el balance de los colores, la forma de la acomodación del lugar o la calidez de las personas, seguramente es todo eso.

Arirang Taekwondo comenzó en el 2007 como un club dedicado a un público joven-adulto, porque lamentablemente este deporte está enseñándose a niños y conforme crecen, pierden el interés. Pero lo más importante de esto, es que Master Jin, no sólo promueve con adultos, sino que también, integra a todos aquellos extranjeros para que no se pierda el conocimiento.
Y esa, hasta ahora, ha sido una de las serendipias más recientes que me ha tocado encontrar.
Por ahora, observar la bandera de Corea del Sur y la cita de Bruce Lee me hace sentir inspirada y estoy segura que si alguna vez, persona que lees esto, tienes la oportunidad de visitar el lugar, te darás cuenta de que el ambiente te hace sentir casi como en casa, sobre todo, por la calidez humana que se derrocha ahí dentro.