Cuando tuve el boleto de avión en mano, fue cuando por fin comprendí que ningún sueño es demasiado grande o demasiado pequeño como para cumplirse. La mayoría, tiene la aspiración de conseguir un auto al entrar a la universidad y obtener un empleo bien pagado, lo cual no está para nada mal, aunque yo sólo deseaba salir y ver la densidad de las nubes tras el cristal de la ventana del avión, sin importar el destino o las situaciones diferentes que me tocaran vivir.
No creí que iba a
vivir durante un año fuera de México hasta que tuve el boleto de avión, algo
que me hizo soltar algunas lágrimas de felicidad, y más porque había esperado
esto durante tanto tiempo. Lo había anhelado.
Salir de
intercambio era como una de esas metas que escribes cuando estás en la
secundaria, que cuando en la preparatoria te preguntan sobre plan de vida lo
incluyes, y en la universidad, es el plan en el que quieres concentrarte antes
de pensar en prácticas, servicio social, tesis y empleo.
Esa era mi
prioridad. Lo fue.
Y citando a Lao
Tze, ese ha sido el primer paso de un viaje de mil millas que estoy dispuesta a
recorrer constantemente porque estaba ansiosa por vivir algo así, y al final
valió tanto la pena (lo valió todo) que estoy pensando seriamente en cómo
volver.
Con un paso a la
vez, al llegar al aeropuerto de Incheon, aún seguía sin creerlo. Creo que era
demasiado surrealista para mí, y aunque pude haber tenido el famoso choque
cultural, había estado siempre a la expectativa de algo como esto que pareció
no afectarme, y si lo hizo… realmente no me di cuenta.
Con un par de pasos
más, estaba en la estación de tren de Hyehwa, dispuesta a perderme sin saber a
dónde ir, sin conocer a nadie y con la esperanza de encontrar la disquera de mi
banda favorita solo para creer que podría verla por un segundo. Y aunque no
ocurrió, al final, terminé por ver tres de sus presentaciones, por ser invitada
de la estación de radio Arirang y por conocer a mi locutor favorito.
Al perder la cuenta
de los pasos que di, aquellos que me llevaron a Hongdae de fiesta, a Gangnam
por un café con mi amiga Ju Hee, a los karaokes para desestresarme, a
Dongdaemun History and Culture Park para ver a Lunafly y a Yeouido a ver las
flores de cerezo, comencé a hacer historia en un país distinto en el que
coincidí con experiencias, amigos y hasta familia que echo de menos ahora
mismo. Y esos… son pocos pasos que puedo recordar.
Tal vez son cosas
sencillas, pero el hecho de escribir sobre ellas hace que mi piel se erice y
añore esos días en los que tal vez no puedo volver, pero que tal vez en un
futuro no muy lejano, podré repetir esa ruta para encontrarme con eso que puedo
llamar felicidad.
Las oportunidades
aparecen en la vida, si eres afortunado y la dejas pasar por una vez, quizá…
Sólo a veces, se vuelven a presentar. Pero es importante también saber
aprovechar los momentos que se nos ofrecen.
Sólo sé que mi
corazón encontró un lugar donde también puede ser llamado hogar, donde estoy
tranquila y donde sé que volveré…
Sólo es cuestión de
tiempo.
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